Las neurociencias son un conjunto de disciplinas científicas que estudian la estructura, la función, el desarrollo de la bioquímica, la farmacología, y la patología del sistema nervioso y de cómo sus diferentes elementos interactúan, dando lugar a las bases biológicas de la conducta.
El proceso de aprendizaje comprende dos aspectos fundamentales: la actitud con que el alumno enfrenta la experiencia educativa y la didáctica utilizada por el profesor. El primer aspecto se relaciona con la disposición con que el niño enfrenta la propuesta educativa. Es decir, si el niño está contento, los contenidos que se le presenten serán incorporados con mayor facilidad; de lo contrario, se logrará escaso o nulo aprendizaje. En este contexto, las emociones favorecen el desarrollo de la memoria. Si las emociones son agradables, el rechazo a la información será menor y, por ende, el aprendizaje será más efectivo. Los niños, desde muy pequeños, están interesados en los adultos con quienes se relacionan, ellos se mueven a su alrededor, dicen y hacen cosas. Estos adultos, como agentes educativos, desarrollan acciones conscientes dirigidas a un objetivo, proporcionando información multi sensorial, dinámica e integrada, que puede ser entendida y almacenada por el cerebro del niño. Por lo tanto, el segundo aspecto, central en el aprendizaje, es cómo se desarrolla la enseñanza. Sin duda, la didáctica puede afectar positiva o negativamente la motivación en el aprendiz. Para la neurociencia, el cerebro activa el aprendizaje cuando es estimulado a través de metodologías que favorecen la construcción de esquemas, permitiendo ordenar y estructurar el conocimiento.
Entre dos y ocho años, el cerebro del niño es un buscador inagotable de estímulos que lo nutren y que el medio le ofrece; este período está marcado por una fuerte relación con el entorno natural y sociocultural del niño. El adulto responsable de la formación del niño debe conocer cómo desarrollar las habilidades del pensamiento a través de experiencias que los lleven a descubrir, indagar y sorprenderse, experiencias que sus cerebros interpreten como estimulación específica e irreemplazable. Si revisamos la bibliografía especializada, nos damos cuenta de que entre las orientaciones para mejorar la calidad de los programas educativos, es posible descubrir un elemento en común: el perfil del educador dedicado a la primera infancia. El éxito está directamente relacionado con la formación inicial y continua de los educadores.
El desarrollo científico ha permitido establecer la importancia de la estimulación temprana. La instrucción y la formación en la niñez debieran aportar la estimulación cognitiva necesaria para el desarrollo del cerebro infantil, facilitando la expansión de las capacidades cognitivas y haciendo más viables los aprendizajes. Aprender es un proceso inherente al ser humano: siempre estamos aprendiendo. Este proceso adquiere mayor relieve cuando se desarrolla en el plano educativo, en la escuela.
Los últimos hallazgos provenientes de estudios en neurociencia, permiten afirmar que el cerebro reúne el pensar, el sentir y el actuar en un todo. A los niños, en niveles de educación preescolar y básica, es preciso transferirles los conocimientos de modo que se adapten a sus ritmos y estilos de aprender. Pero esto sólo se logra cuando los educadores conocen en profundidad el desarrollo neuropsicológico de los procesos de aprendizaje. La brecha entre los resultados proyectados y los logrados por las reformas educativas, se debe a que se ha propuesto una transformación, sin antes entender que ésta debe venir desde dentro, desde las estructuras mentales no sólo del educando sino también del educador. De esto se desprende que, si los educadores no poseen una formación adecuada en neurociencia, no podrán estimular el desarrollo cognitivo de sus estudiantes. En Chile, sólo tres de las Universidades que imparten la carrera de Educación Parvularia, presentan en el currículum la asignatura "neurofisiología del desarrollo" y sólo una "neurociencia y educación de párvulos". Si se considera que la neurociencia constituye un campo de muy rápido incremento, es importante introducir a la brevedad el lenguaje y las categorías de base que permitan a las educadoras(es) seguir su desarrollo.